“Cuando uno da, recibe más. Nuestras vidas deberían girar en torno a dar, dar, dar y seguir dando. Dar todo con pasión y compromiso. Riéndonos de nosotros mismos, haciendo que otros sean felices, ayudando a los demás”. Estas palabras las pronunció recientemente el dueño de un premio por un millón de dólares. Podrá sorprendernos porque no fue un deportista, ni un actor, ni siquiera un científico o un artista.
Se trata de Peter Tabichi, un hermano franciscano y maestro de 36 años, oriundo de Kenia, que fue distinguido con el Global Teacher Prize 2019, considerado mundialmente como el Nobel de la Educación. Sin embargo, él se autodefine como “un docente común y corriente, que trata de hacer las cosas de todos los días de manera distinta, con pasión y con amor”.
Peter enseña en la escuela secundaria Keriko Mixed Day en Pwani Village, situada en el valle del Rift, en Kenia. Allí asisten 700 alumnos, de diversas culturas y religiones, y trabajan 7 maestros. Las condiciones de la escuela son precarias, al igual que la mayoría de las familias de los estudiantes, que, según describe el franciscano, “viven en un solo cuarto donde ocurre todo, duermen, hacen sus trabajos, cocinan…”, pero, a pesar de su entorno, “en el colegio se encuentran felices”.
«Hacer las cosas de todos los días de manera distinta, con pasión y con amor»
La Fundación Varkey es la encargada de otorgar esta premiación, originada hace cinco años, que tiene como objetivo reconocer el valor de la tarea diaria de los maestros. “Queremos que el premio movilice a la sociedad a celebrar a los maestros que tenemos cerca. Que no se pierda la cercanía por quienes tienen el futuro del mundo en sus manos”, expresó su director en Latinoamérica, Agustín Porres.
Al recibir el premio, «el maestro del año» manifestó: «Este premio no es para mí: es para todos los docentes y su vocación. Tenemos que reconocerlos y todo lo que brindan; darle prioridad a la educación enfatizando la importancia de las estrategias de enseñanza». «Como religioso, no voy a usar el dinero de premio para mí, sino que quiero empoderar a la sociedad, en primer lugar al colegio donde trabajo».



La mejor educación se basa en la confianza
Peter Tabichi llegó a la Argentina el pasado 1° de julio y se quedó durante dos semanas. Viajó a Corrientes, Salta y Jujuy, donde visitó escuelas rurales y también conoció las zonas más pobres del conurbano bonaerense: recorrió el barrio Fuerte Apache y jugó un picadito con los chicos de la villa. Ha dado conferencias a directivos educativos y maestros, se reunió con la primera dama, Juliana Awada, con el senador nacional Esteban Bulrich y con miembros de la Fundación Franciscana en Buenos Aires, entre otras personalidades.
«Si trabajamos con compromiso, vamos a poder transformar muchas vidas»
Haciendo referencia a su historia personal, indicó: “Vengo de una familia humilde. Mi padre también es docente. Hemos atravesado muchos desafíos. El primero fue caminar ocho kilómetros para asistir a clases, sin zapatos, y a pesar de esto, pude tener una buena educación e ir a la universidad. Trabajé en una escuela privada que tenía todos los recursos que me permitían realizar mi tarea: computadoras, libros… pero me di cuenta que la realidad que circundaba no tenía los mismos recursos”.
“En mi escuela, los docentes tenemos entre 60 y 80 alumnos y desarrollamos muchas tareas. Hay que ser creativos para responder a todos estos desafíos y ayudar a nuestros alumnos. Lo primero es combatir el hambre. Tenemos un programa para asistirlos desde lo emocional porque en ocasiones llegan a clase estresados o enojados. El estrés también es un tema entre los docentes. Además, planificamos, corregimos… Pero estoy seguro de que si trabajamos con compromiso, vamos a poder transformar muchas vidas”, relató el keniata.



Al preguntarle sobre sus alumnos, sostuvo: “Los jóvenes tienen sueños y somos los docentes los que acompañamos sus búsquedas. Caminamos junto a ellos. Algunos alumnos querrán ser periodistas, otros ingenieros; aquí es donde los docentes podemos ayudar”. “Como docentes debemos colaborar con otras personas, desarrollar las habilidades psico-socio-afectivas de los alumnos, ser humildes, resilientes, generosos, trabajar con pasión y compromiso, hacer más y hablar menos, tomar la iniciativa sin esperar a ser directores”. “La mejor educación que uno puede dar a un niño está basada en su confianza. Y lograremos sociedades resilientes, productivas y creativas.”
“Como docentes debemos ser humildes, resilientes, generosos, trabajar con pasión y compromiso, hacer más y hablar menos”
El religioso franciscano fue atravesado profundamente por la vida de san Francisco, «el santo que quiso terminar con la ruptura entre los ricos y los pobres». «Los pobres necesitan las mismas oportunidades que los ricos», opinó Peter, quien además, incentiva a las familias de su pueblo para que dejen ir a las mujeres al colegio: “Si se empodera a la mujer, se empodera a la sociedad”.
Asimismo, el franciscano se encarga de la pastoral cristiana del colegio y de la espiritualidad de los alumnos: «Ellos deben saber que nacieron por una razón, que fueron creados por Dios y que Dios tiene un plan para cada uno de ellos. Debo fortalecer sus valores y su personalidad».
Hacer las cosas de una manera nueva
El Global Teacher Prize poseé diversas variables que se tienen en cuenta a la hora de evaluar a los candidatos. En primer lugar, se tiene en cuenta la innovación, es decir, se destacará quien haga las cosas de una manera nueva. Pero no solo desde el punto de vista tecnológico, ni siquiera metodológico. Se trata educar de un modo que se genere un impacto en la realidad de los alumnos que no quede solo en el aula, sino que trascienda las barreras familiares. La educación debe mejorar y transformar las comunidades. Asimismo, el “mejor maestro” será quien tenga la capacidad de generar confianza en sus alumnos y, del mismo modo, confiar verdaderamente en ellos.
«Soy hermano franciscano, pero nadie me pregunta cuál es la influencia de la religión en mi manera de enseñar. Admiro a San Francisco pero no le hablo de él a mis alumnos, trato de vivir como él».
El director regional de la Fundación Varkey definió a Peter como “una persona muy simple y humilde, pero que moviliza mucho, que encarna lo que dice”. “En educación necesitamos definir grandes lineamientos, pero además, necesitamos gente que los encarne. Peter está en ese equipo. La educación es para sacar la mejor de los alumnos, implica amor y confianza, y esto es lo que hace Peter”, expresó.
«Tiene una simpleza y una humildad que te acorralan, ver su capacidad de servicio te desafía a ser más humilde». «Peter, junto con la comunidad de docentes de su escuela, logró hacer crecer la cantidad de alumnos de 200 a 500: se convirtió en una escuela a la que los chicos quieren ir», continuó Porres.
El objeto de la visita de Tabichi a la Argentina fue dar a conocer su vida personal y su testimonio, «por que él encarna los valores que predica», aseguró Agustín Porres. «Éstas son características que necesita cualquier profesional para ejercer su trabajo y debemos revalorizarlas», concluyó.