El signo eucarístico joven de Santa María

Jesús hizo su primer signo en las bodas de Caná, y lo más curioso es que todo fue preparado por María. Cuando Ella le informó a su Hijo que no tenían vino, Jesús le dijo: “Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía” (Jn 2, 4). Pero María siguió adelante con su plan. Se levantó y ordenó a los servidores: “Hagan todo lo que Él les diga” (Jn 2, 5).

El domingo 18 de agosto los jóvenes de la parroquia Santa María de la arquidiócesis de Buenos Aires se encontraban cerrando las fiestas patronales de la comunidad, luego de la celebración del 15 de agosto, en la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen. La noche estaba fría, pero en el interior del templo se sentía una calidez particular. Acababa de terminar la misa vespertina y en pocos minutos arrancaría la adoración eucarística juvenil. Un grupo de chicos se preparaba con un micrófono en mano para arrancar la narración de las manifestaciones eucarísticas acontecidas en esa parroquia en los años 1992, 1994 y 1996.

El primer signo eucarístico de la parroquia fue el 8 de mayo de 1992, día de la Virgen de Luján

El primer signo eucarístico de la parroquia fue el 8 de mayo de 1992, día de la Virgen de Luján, patrona de la Argentina. Luego, el 24 de julio 1994 una nueva manifestación sucedió durante una misa de niños. En 1996 aconteció la última, pocos días después de la gran fiesta patronal.

El Señor dejó su huella en los jóvenes

“María es la primera enamorada de la Eucaristía y la más perfecta seguidora de Jesús. Ella es la que nos acerca a Él y a la Eucaristía como signo de su presencia”, contó Rosario Castro, una joven de la comunidad, al dar cuenta de la relación que existe entre la Eucaristía y la Virgen. La parroquia Santa María es la única con ese nombre en la ciudad, es decir, que no presenta una advocación mariana particular.

“Yo creo que el signo vino en un momento para cambiar algo, o para reafirmarlo”, reflexionó Nicolás Pérez, el veinteañero monaguillo de misa. Antes de que ocurrieran los hechos extraordinarios, la comunidad hacía adoración eucarística una vez al mes. En la actualidad, hay una capilla donde está expuesta la Eucaristía desde la mañana hasta la noche. “Me parece importante y necesario que el Santísimo esté expuesto todo el día porque da cuenta de la relación que tiene Santa María con la Eucaristía. Es nuestra responsabilidad dar testimonio de ello”, meditó Nicolás.

La adoración de ese domingo se realizó con una nueva custodia que permite la exposición de la Eucaristía y el signo al mismo tiempo. La mayoría eran jóvenes, pero también había adultos y niños. El coro comenzó cantando “Alma de Cristo”. Las luces se encontraban bajas, iluminado solo el altar. Algunos se veían emocionados y lagrimeando, otros cantaban, y muchos simplemente miraban fijo a la Eucaristía. “A veces me pasa que no tengo ni ganas de rezar, entonces me quedo quieta, sólo lo miro y le digo: ‘Léeme, léeme como estoy, como vengo’. Me dejo estar ahí, y eso me llena, me calma, comentó Aldana Camacho, una estudiante de química que asiste a la comunidad hace dos años.

“Lo que más me sorprendió cuando vi el signo por primera vez fue que, en ese entonces, estaba en una custodia gris, chiquita y medio fea. Y ahí en algo tan pequeñito, vi la inmensidad de Dios”, reveló Aldana. “Yo soy una persona de ciencia porque estudio química, me gusta esto de comprobar las cosas. Mi parte de fe ya creía que Jesús está presente en un pedazo de pan, pero mi parte de ciencia, lo verificó”, reconoció.

Dios uno: «Estar viendo lo que siempre creí”

“El signo eucarístico es uno. En esta parroquia ocurrieron varias manifestaciones, pero el signo es uno», aclaró Rosario que asiste a la parroquia desde chica y ahora es coordinadora de un grupo de adolescentes. “Con el signo, Dios mismo te dice: ‘Acá estoy yo, este soy yo, el que se entregó por vos’. Y eso te pone la piel de gallina”. “Si tuviera que nombrar un efecto concreto del signo en mi práctica de fe, diría que me hizo aumentar muchísimo el amor por la Eucaristía”, confesó. Rosario participó por primera vez de una narración de los hechos a los once años, llevada por sus padres. Y aunque en ese momento no comprendía demasiado, considera que haber presenciado el relato le hizo vivir de forma distinta las adoraciones eucarísticas que en ese entonces comenzaban a hacerse en su colegio. “El signo es estar viendo lo que siempre creí”, remarcó.

«Con el signo, Dios mismo te dice: ‘Acá estoy yo, este soy yo, el que se entregó por vos’. Y eso te pone la piel de gallina«

El coro continuó cantando “Nada te turbe” y, mientras los fieles adoraban a Jesús Eucaristía, muchos se animaron a depositar a los pies del Santísimo sus preocupaciones. “La música acompaña mucho porque las letras dicen cosas que te llegan. Las adoraciones de jóvenes son las que más me gustan porque podemos estar riéndonos juntos y de repente todos nos largamos a llorar o de golpe nos abrazamos. En esos momentos, reflexiono sobre toda mi vida y pienso: ‘Pará… nada puede ser tan grave.’”, compartió Aldana.

“La primera vez que escuché hablar del signo fue en un retiro eucarístico en Venezuela. Lo que me impactó fue escuchar testimonios de quienes hicieron las pruebas y dieron el diagnóstico de que la muestra extraída correspondía al miocardio, al tejido del corazón de una persona que estaba viva al momento de tomar la muestra”, contó Martha Colmenarez, una joven venezolana que se mudó a la Argentina en agosto de 2017 y pertenece a la comunidad. Por su parte,  Luján Barberis, joven integrante del coro de jóvenes, confesó que “le chocó mucho” que en el estudio se hayan encontrado glóbulos blancos activos, que solo pueden estar presentes si hay un cuerpo vivo.

Los estudios científicos se realizaron en dos laboratorios especializados de Estados Unidos. En la investigación se aplicó el método “doble ciego”, lo que significa que quien recibía las muestras desconocía su naturaleza al igual que quien las investigaba. Los informes concluyen que se hallaron elementos sanguíneos, restos de la cadena de ADN humana y una sustancia que genera la piel ante una herida. “Cuando escuchaba la narración pensaba: ‘No puedo creer cómo hay gente que no conoce esto’”, resaltó Luján.

A lo largo de los años, la comunidad se ha manejado con reserva y prudencia en relación a los hechos extraordinarios. “Los que son testigos directos del signo no enfatizan en los informes científicos porque respetan la libertad de la fe”, comentó Aldana. “No se hace alarde de lo sucedido. Los que narran los acontecimientos te dicen: ‘Si querés, vení y conocelo’, pero no te van a poner un cartel gigante en avenida La Plata y Rivadavia”, destacó. Por estos motivos, la comunidad parroquial decidió que la forma de transmitir lo sucedido sería de forma presencial a través de encuentros fraternos, aunque aún continúan con el camino de discernimiento.

La juventud es testimonio encarnado al contagiar su amor por María y la Eucaristía

En la actualidad se puede conocer el relato detallado de los hechos cada tercer viernes de mes a las 20, o los cuartos sábados a las 11. Los encuentros son un espacio para dialogar sobre la Eucaristía, y finalizan con una adoración al Santísimo y veneración del signo.

Al momento de reservar el signo, el párroco de la comunidad, presbítero Alberto Sorace, llamó a dos niños que estaban sentados en silencio en el primer banco junto a su papá. En ese momento, el sacerdote entregó el signo a los nenes para que lo llevaran, y ellos lo miraron asombrados por la propuesta, pero lo hicieron sin cuestionar. “La verdad es que esa imagen me llegó muchísimo. Me puse a llorar. Fue muy simbólico que sea el día del niño, y que ellos estén llevando a Jesús”, comentó Martina Bocco, estudiante de psicopedagogía y participante del coro.

Los presentes siguieron a los niños que llevaban el signo de Jesús. La canción que acompañaba el ambiente rezaba: “El Señor pasó y dejó su huella”. Se cumplieron 27 años de aquel primer signo eucarístico que sacudió Buenos Aires, pero Cristo sigue dejando su huella hoy. La juventud es el testimonio encarnado de eso, al contagiar su amor por María y la Eucaristía, y al ser signos vivos de Aquel que se reveló para el mundo.

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