Ya casi 4 meses de cuarentena… Ahí nomás se aproximan las vacaciones de invierno… Puede que a esta altura ya estemos cansados. O -me atrevo decir- ya estamos cansados. Cansados de la situación, cansados de tanta pantalla, cansados de los horarios raros, cansados por el estudio o por el trabajo, etc… Una de dos: o seguimos poniendo nuestra esperanza en aquel día en que todo vuelva a la “normalidad” o tratamos de hacer algo en el durante… La primera, la verdad, no sé a vos, pero a mí no me convence, ¡je! La vida sigue, no se pone en pausa. Así que, te propongo ir por la segunda…
MIS CUATRO COLUMNAS
Todos tenemos pilares en nuestra vida, es decir, cosas que consideramos que son esenciales, fundamentales, que nos hacen bien, que no pueden no estar. ¿Alguna vez te sentaste a pensarlas y les pusiste nombre? Porque, quizás, medio que inconscientemente sabemos cuáles son, pero nunca las identificamos por su nombre. Si nunca lo hiciste, es el momento. Si ya lo hiciste, es bueno volver a reconocerlas para afianzarse en ellas. ¡Es hora de renovarse!
Se me ocurre que pueden ser cuatro estas columnas que le den sustento a nuestra vida (cuatro le dan cierta solidez a una estructura), sobre las cuales nos podamos apoyar, reposar, tomar aire… Te sugiero las siguientes. Las podés cambiar, pensar, detallar un poco más. Son sugerencias. Lo importante es reconocer qué sostiene nuestra vida…
RE–NO–VA–TE
- REzar con el corazón. La oración con Jesús debería ser un verdadero encuentro. Quizás estamos como en “modo automático” y simplemente ponemos Play y hacemos nuestra oración. Bueno… Primero, poné el «modo avión» del celu (literal). Estás encontrándote con Jesús, con nadie más. Ahora, mandale Stop y cambiá la canción. Puede ser parecida, pero tiene que ser distinta. Usá las oraciones o devociones que quieras, pero tiene que sonar distinto. Tiene que ser auténtica, con el corazón…
- NOmbrar a aquellas personas que queremos, que nos hacen bien, con las cuales disfrutamos estar. En este contexto, mensajealas, llamalas, recordá también los lindos momentos vividos. Apoyate en ellas, desahogá tus penas, compartí tus alegrías. “Un amigo fiel es un bálsamo de vida”, dice el Eclesiástico (Eclo 6,16). Valoralas, da gracias por ellas, tenelas presentes en tu día.
- VAlorar la vocación. Hay que renovarse en el llamado, sea el que sea. En su momento, lo elegimos porque nos sentimos atraídos a eso, encontramos un gusto, una alegría. Quizás estás empezando, te estás preparando, la estás estudiando. Quizás ya llevás años trabajando en eso. O, a lo mejor, todavía tenés alguna duda. Sea como sea, hay que seguir gustando de eso que elegimos, redescubriéndolo, haciendo foco en lo más profundo de la vocación y no tanto en los problemas y dificultades que conlleva. Volvela a elegir. Abrazala…
- TEner un hobbie o varios. Dedicarles tiempo. Puede ser dibujar, pintar, cantar, tocar algún instrumento, leer, escuchar música, etc… Hay muchas cosas que nos gusta hacer, pero que a veces no les dedicamos el tiempo necesario. También nos sana, nos hace bien tener ese espacio. A lo mejor hay algo que siempre tuviste ganas de aprender o en lo que incursionar. Puede ser el momento… ¡Animate! Hoy en día hay muchos tutoriales en Youtube como para poder, al menos, arrancar…
EQUILIBRIO
Puede sucedernos que nos apoyamos mucho en una sola de estas columnas y no equilibramos el peso, por distintos motivos… El desafío es equilibrar la cuestión, organizándose e integrando estos distintos aspectos. Armate un cronograma y priorizá entre todas tus actividades. Descubrí cuáles faltan, cuáles sobran, cuáles son esenciales, cuáles secundarias…
Renovarse es hacer algo nuevo… Es algo que hay que intentar hacer frecuentemente, pero sin esperar a que llegue ese momento ideal, como pueden ser unas vacaciones. Obviamente que va a ser mejor que estar en casa, pero la realidad es que, mientras tanto, seguimos acá y tenemos que seguir caminando. ¿Nos caemos? Nos levantamos. Y lo hacemos haciendo pie en estos pilares que elegimos.
Tomate un tiempo, revisá las distintas áreas de tu vida y… ¡RENOVATE!