A dos días de haber celebrado la beatificación de Carlo Acutis y celebrando hoy por primera vez su ingreso a los altares en la liturgia, tomo nuevamente la frase del joven beato que dice: “Todos nacemos como originales, pero muchos mueren como fotocopia”. Hoy también conmemoramos el Respeto a la Diversidad Cultural, celebrando además las distintas culturas, los diferentes modos y estilos… Celebramos, podemos decir siguiendo a Carlo, los distintos «originales». Pero… ¿te preguntaste alguna vez cuál es tu cultura o cuáles son esas culturas que forman parte de tu vida? En este mundo globalizado y con tantas cosas dando vueltas y a nuestro alcance… ¿Qué cultura querés “cultivar”?

Una cultura el encuentro

Si bien el término cultura es muy amplio, viene de la palabra “cultivo”. Partiendo de quien somos, de nuestra historia, de nuestro “original”, estamos llamados a cultivarnos, a no quedarnos quietos sino a desarrollarnos. Por eso, es necesario estar abiertos a realidades nuevas, a modos distintos, a no quedarse solo con lo que uno conoce y que le gusta. Pero para esto, sobre todas las cosas, hay que estar abiertos a los demás. Porque más allá de los gustos, hay una cultura que es más importante y que hay que generar o fomentar: la “cultura del encuentro”, como hace varios años ya el papa Francisco la bautizó. Es que entre estas otras culturas que hay dando vuelta, está la “cultura de la indiferencia”, la cultura del “sálvese quien pueda”, del “si no pensás como yo, sos mi enemigo”. Esta cultura propuesta por el Papa está incluida en una todavía más amplia, que es la que te propongo hoy en este día: “la cultura del Evangelio”. Se trata de ir impregnándonos del modo de Jesús, de recibir esa Palabra que da Vida y de hacerla germinar. A nuestro modo, obvio, siendo originales, siendo nosotros mismos, siendo esa tierra fértil y única, pero con esa misma semilla: la de la Palabra.

Se trata de ir impregnándonos del modo de Jesús, de recibir esa Palabra que da Vida y de hacerla germinar.

La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14): el modo de Jesús es hacerse uno nuestro, es unirse a nosotros. A pesar de ser Dios, a pesar de saber que somos pecadores, a pesar de ser distinto, habita entre nosotros y nos invita a la común-unión.

No olvidemos que la Iglesia nació en Pentecostés, en ese momento en que estaban reunidos personas de todas las naciones, comunicándose con distintos lenguajes, viviendo distintas culturas… Pero todos unidos por el mismo Espíritu, por la fe, por el amor.

Hoy más que nunca necesitamos buscar la unidad, buscar el encuentro aceptando lo diverso. Él nos acepta; aceptemos a los demás. Él se hizo cercano a nosotros; hagámonos cercanos a los demás. Él nos perdona; perdonemos a los demás. Puede venir bien recordar aquellos cuatro principios que el Papa señala en Evangelii Gaudium: “El todo es superior a la parte; el tiempo, superior al espacio; la realidad es superior a la idea; la unidad es superior al conflicto.” (EG 222-237).

Hermanos todos

Que el Evangelio sea transversal en nuestras vidas y en toda cultura…

La cultura del Evangelio nos invita a evangelizar la cultura. A que el Evangelio sea transversal en nuestras vidas y en toda cultura, sea la que sea. Hace una semana, el Papa nos regaló una nueva encíclica: Fratelli tutti (“Hermanos todos”), citando una frase de San Francisco de Asís. Nos puede venir bien su lectura en estos tiempos (y de la vida de este gran santo, también te recomiendo Sabiduría de un pobre, de Eloi Leclerc 😉). “El loco de Asís” se animó a ir en su momento al encuentro del sultán en Egipto, pese a las dificultades que implicaba hacerlo, sobre todo en tiempo de cruzadas. Es que él “no hacía la guerra dialéctica imponiendo doctrinas, sino que comunicaba el amor de Dios” (FT 4). Ese es el ejemplo. Vivir el Evangelio. Comunicaba el amor de Dios con su vida. Por eso, la Regla para la orden franciscana era el mismo Evangelio, si bien después San Francisco tuvo que enumerar algunos puntos como los siguientes: “Que no entablen litigios ni contiendas, sino que estén sometidos a toda humana criatura por Dios y confiesen que son cristianos”; “Ninguno se llame prior, sino todos sin excepción llámense hermanos menores. Y el uno lave los pies del otro” (Regla no bulada 16,3; 6,3-4). El término “someter” nos puede chocar un poco hoy. Pero se trata de esto último: abajarse y lavar los pies del otro. Ser hermano menor. Lo hizo el mismo Jesús. Es Evangelio puro.

Vivamos el Evangelio. Seamos hijos del Padre. Encontrémonos como hermanos. Busquemos la unidad.

Y no olvidemos que el mismo Dios es uno y trino a la vez. El mismo Dios es la unidad en la diversidad.

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Un comentario sobre “La cultura del Evangelio

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