Una oración, un regalo y una promesa. Los tres ejes de esta historia. Tres ejes que conducen al centro de un apostolado: un camino a la santidad desde el agradecimiento a Dios Eucaristía.
La alegría y la pasión se ven y se escuchan en todas las expresiones de Fernando y María Martha, quienes nos cuentan cada detalle de un camino de acompañamiento espiritual en las Escuelas de Agradecimiento del Movimiento Franciscanos de María que tiene a San Francisco y la Virgen María como ejemplos y a los niños como protagonistas.
—¿Qué son las Escuelas de Agradecimiento?
—La Escuela de Agradecimiento es la obra típica del Movimiento Franciscanos de María. Su fundador, el Padre Santiago Martín, vio una gran necesidad en la Iglesia de caminar en un conocimiento de Dios desde la formación, porque no podemos amar lo que no conocemos. Con una metodología de escuela, con tareas, que son propósitos para vivir en lo cotidiano durante la semana, y evaluaciones, que son una puesta en común de reflexión y escucha de lo aprendido a partir de esa tarea, se van incorporando hábitos para vivir el camino de la santidad.
Todo esto desde el dar gracias por lo que uno tiene y el reconocer para qué lo tiene, para qué nos lo dio Dios y, así, entre todos complementar y complementarse del cuerpo místico de Dios, que es la Iglesia.
Hay Escuelas para niños a partir de los 6 años, para adolescentes y para adultos. Cada uno tiene sus actividades y sus libros de formación para cada año.

—¿Qué los motivó a formar la Escuelita que dirigen?
—Nosotros estábamos en el Movimiento Franciscanos de María desde hacía varios años. En 2014, hicimos un viaje a Tierra Santa en peregrinación con el P. Santiago Martín y visitamos la casa de los abuelos de Jesús. Delante de la imagen de Santa Ana, pedimos uno de nuestros mayores sueños: «Por favor Santa Ana, yo no sé si mis hijos quieren o no quieren, pero por favor, yo te prometo que, si tengo nietos, en cuanto tengan edad para trasladarlos de su casa a un lugar, voy a armar un grupo de niños muy pequeños». Cuando volvimos del viaje, nuestros dos hijos nos contaron que esperaban familia y cuando nuestros nietos cumplieron seis meses, comenzamos a hacer actividades una vez al mes con un grupo de niños de entre seis meses y seis años, con el objetivo de que los chiquitos reconozcan la presencia de Dios en el Sagrario.
—¿Qué diferencia a esta Escuela de otras?
—Es una actividad mensual en lugar de semanal. Nos reunimos en la parroquia con los niños y tiene una particularidad, es una escuela de abuelas y abuelos que llevan a sus nietos a los encuentros. Personas grandes que no estaban yendo a la iglesia y empezaron a ir por sus nietos, porque en el fondo tenían sed de Dios. A la vez, los niños, al volver a sus casas, empiezan a hablar con sus padres sobre Dios. Los chicos son como esponjas y se convierten en evangelizadores para sus familias.
Los chicos son como esponjas y se convierten en evangelizadores para sus familias
—¿Qué actividades planifican?
—Los encuentros de cada mes duran entre treinta y cuarenta minutos. Empezamos desde la puerta del templo, reconociendo la importancia de prepararse para entrar a la casa de nuestro amigo Jesús. Nos peinamos, nos acomodamos la ropa y preparamos el interior. Entramos cantando y cada chico avanza con su abuelo o abuela para saludar al Santísimo antes de sentarse frente al Sagrario. Juntos le pedimos a Jesús y le damos gracias por lo que nos da, leemos un Evangelio, contamos una historia y después pasamos a darle un beso a María. Siempre con cantos y haciendo mímicas. Así vamos conociendo que Jesús tenía mamá y papá, tenía primos y amigos, que son los Santos y que también vamos conociendo.
—¿Por qué niños tan chiquitos?
—No lo pensamos mucho, queríamos que nuestros nietos conocieran a Jesús pronto, cuidar su alma, que los chicos puedan entender que en la Eucaristía está Jesús. ¡Y son los primeros en entender! Que Jesús «está escondido en el pan, que si lo comés parece pan, pero es Jesús», como dice nuestra nieta, y que se le puede hablar. Porque cuando un niño puede hablarle a la Eucaristía, es ahí cuando entiende que allí está Jesús, que es un ser VIVO y que está para él, para escucharlo, para contarle sobre sus cosas, para pedirle.
En esta Escuela de Niños tan chiquitos, los abuelos encuentran un refresco de su vida con Dios al ver la relación de sus nietos con Jesús, los chicos llevan a sus casas ese regalo de Jesús y los padres reciben de los abuelos y de sus hijos un testimonio que los conduce a un redespertar temprano a la vida de la fe.
—¿Qué mensaje esperan dejar a los niños y sus familias?
—Que Dios está vivo, que está esperándote, que te ama profundamente y te dio todo lo que tenés y que lo único que te puede mover es decirle GRACIAS, gracias Señor. Date cuenta de todo lo que tenés que este ser vivo que está acá, Dios Resucitado, te ha regalado.
—¿Cuál es el carisma de los Franciscanos de María?
—El carisma es una acción de gracias. Buscamos imitar a María en su maternidad haciendo nacer a Jesús en todos mis hermanos, imitar sus virtudes, su humildad, su Sí decidido, su confianza en Dios, ayudarla a cuidar a su hijo, cuidarlo como un niño en nuestra sociedad, educar como María tratando de evangelizar. De San Francisco buscamos imitar su humildad, su reconocimiento de pecador, su austeridad, el aceptar y defender la Iglesia (nuestra casa) y repararla, el dar gracias para así amar al Amor. Un Amor que nos dio todo, hasta su vida.
Dar gracias para así amar al AMOR
—¿Qué consejo o mensaje le dejarían a la Iglesia a partir de lo vivido en las Escuelas de Agradecimiento? En particular en la Escuelita de niños.
—Simplemente que vengan y prueben qué bueno es el Señor. Las Escuelitas son un carisma más de miles que existen. No importa cuál carisma sea el elegido, pero vengan y prueben qué bueno es el Señor, que no están solos, hay luz, hay contención, hay familia que te espera. Porque somos familia, que nos reímos, lloramos, nos divertimos, somos normales, hablamos de la vida y de las cosas cotidianas.
Desde los niños más pequeños hasta los adultos de mayor edad, una Familia Espiritual, el cuerpo místico de Dios. «La Iglesia está abierta a todos los que quieran ser Santos, las Escuelas de Agradecimiento son uno de los Caminos de Santidad», terminan diciéndonos Fernando y María Martha.
- La misión de los Franciscanos de María es vivir y difundir la espiritualidad del agradecimiento, ayudando a todos a comprender que ese es el corazón del Evangelio, aquello que Dios espera y tiene derecho a encontrar en el corazón del cristiano.
Conocelos en su sitio web: magnificat.tv/es y sus redes sociales @misioneros.del.agradecimiento