Para mí la Eucaristía es…

La Eucaristía es el regalo más grande que conocí en mi vida, pensar que Jesús quiso quedarse con nosotros para siempre, en algo tan pequeño como un pedazo de pan y a su vez tan grande como su presencia real.

En nuestra comunidad, por la gracia de Dios y sus mimos para con nosotras, podemos recibirla todos los días; es el centro de nuestra vida.

El momento en que lo recibimos es muy especial. Me gusta pensar que estoy recibiendo a mi esposo en su totalidad. Muchas veces cuando me acuerdo del pasaje de la hemorroisa (Mc 5, 25-34), lo que hizo para llegar a tocar los flecos del manto de Jesús con tanta fe, sabiendo que iba a quedar sanada, pienso que yo lo recibo entero, entonces debería quedar sanada cada día. A veces me pregunto si soy consciente de lo que recibo cada día, si me dejo curar o lo recibo como un simpe pedazo de pan.

Santa Teresa de Jesús, —que no usaba la palabra Eucaristía, sino Santísimo Sacramento o Santísimo Pan—, se apasionaba con la presencia real de Jesús en ese trocito de pan y las maravillas que hace en ella, y sentía la especial presencia de su humanidad. Y por esta presencia, nunca dudó del gran amor que nos tiene Dios.

Algo lindo que también nos dice Teresa es que esta presencia en el Santísimo Sacramento es una gran oportunidad para entrar en oración, para adorar, bendecir, dar gracias, alabar, pedir.

Este es el gran momento para entrar en diálogo íntimo con Él. Contarle en qué estamos, nuestras alegrías y tristezas, pedirle lo que necesitamos, lo que necesitan los demás. Es la mejor forma para pedirle por todos los que conocemos y los que no.

Con la adoración ensanchamos nuestro corazón y salimos de nuestro centro, o de estar pendientes simplemente de nuestras personas cercanas, para llegar a los confines del mundo. Este es el gran poder que nos da ese pedacito de pan, algo tan chiquito y tan grande a la vez.

Por Hna. María del Rosario del Niño Jesús OCD

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