
Desde el África Occidental, más precisamente desde Benín, recibimos con mucha emoción el testimonio de Flor, una de las hermanas misioneras Esclavas del corazón de Jesús, que se encuentra en la aldea Kpari desde el 2015.
Cumpliendo el deseo de su fundadora, la Beata más conocida como «Madre Catalina», cuando les indicó «vuelen por el mundo habiendo amado y conocido al sagrado corazón de Jesús», asumieron el desafío de transmitir el amor del Corazón de Jesús en una cultura completamente distinta. Una zona rural, con más de 54 lenguas, pero con un solo lenguaje, el del amor. Durante la entrevista Flor no sólo se muestra feliz de su experiencia en la misión, sino que nos traslada en su relato a ser parte del día a día de la vida de la aldea donde trabajan especialmente en proyectos para que los habitantes puedan acceder a más derechos, como ir a la escuela, tener un trabajo digno, aprender idiomas y hasta obtener agua potable.
Al paso de que se trabaja, se ama
Madre Catalina
Al paso de que se trabaja, se ama, por eso, a través de obras concretas, ellas buscan reparar la dignidad de las personas que allí habitan, especialmente de las mujeres y los niños. Acompañan a las comunidades en los primeros pasos a la vida de fe, a través de diferentes actividades. Y para convencerlos de escuchar la entrevista completa en YouTube, les dejo un adelanto del mensaje de Flor para todos los millennials en este mes donde estamos reflexionando sobre la caridad, una experiencia que no podemos evitar en nuestra misión: «conocer y hacer experiencia de Jesús que ama y repara nuestra historia, que nos acompaña y que vive con nosotros, y que está presente».















Gracias, Romina, por tu entrevista a Flor. Me llena de alegría conocer jóvenes que dan su vida por amor a los demás. Creo que la generación de fin de milenio marcará un gran cambio hacia esos ideales que la nuestra no supo o no pudo concretar.
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