Luego de haber cantado las Maravillas que Dios hizo en su vida, la joven María se levantó y partió sin demora hacia el encuentro con su prima. Se pone en marcha, se levanta rápidamente. No se queda paralizada en ella misma, ensimismada en la misión que Dios le encomendó; sino que se levanta, se despierta a la vida.
María asume en su carne la obra de Dios, se hace cargo de su propia historia y, puesta de pie, emprende el camino haciéndose próxima ante la necesidad de Isabel, su prima, pero también ante de todo un pueblo que espera la venida del Salvador. Así es, esta joven de alguna aldea perdida en Israel, con profunda humildad partió al encuentro de su pueblo.
Esta semana comenzó la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Lisboa, Portugal. Un encuentro multitudinario que reúne a jóvenes de todo el mundo para celebrar su fe y fortalecer su espiritualidad. Durante la JMJ, los jóvenes participan en diversas actividades como misas, catequesis, festivales, conciertos, etc.
Entre las actividades de la JMJ se destaca el tan esperado encuentro entre el Papa Francisco y los jóvenes, porque él tiene un mensaje significativo y relevante. A lo largo de su pontificado, ha enfatizado la importancia de la juventud en la Iglesia y en el mundo. El Papa Francisco nos habla con un tono cercano y comprensivo, bien de padre, animándonos a vivir una fe de manera auténtica y original.
Aunque el impactante anuncio del ángel haya provocado un “terremoto” en sus planes, la joven no se dejó paralizar
Concretamente, para este tiempo, Francisco nos invito a contemplar esta escena del evangelio de Lucas, y nos podríamos preguntar qué actitudes de la Virgen quiere el Papa que imitemos. Y es más que evidente que levantarse y partir sin demoras son las acciones que se destacan de su mensaje para la JMJ 2023.
Dice Francisco: «María, después de la anunciación, hubiera podido concentrarse en sí misma, en las preocupaciones y temores debidos a su nueva condición. Pero no; ella confió plenamente en Dios. Pensaba más bien en Isabel. Se levantó y salió a la luz del sol, donde hay vida y movimiento. Aunque el impactante anuncio del ángel haya provocado un “terremoto” en sus planes, la joven no se dejó paralizar, porque en ella estaba Jesús, el poder de la resurrección».

Hoy la Iglesia se despierta nuevamente ante las sombras de la humanidad para compartir el sol del nuevo día, y somos muchos los jóvenes que deseamos ponernos en camino para llevar a Jesús, y compartir con nuestros amigos los mismos modos y sentimientos del Resucitado.
Tenemos tanto para cantar como lo hizo María en el magníficat. El encuentro con Dios es tan original para cada uno, que merece ser compartido. No como fotocopias oscuras y manchadas, sino como testigos despiertos, alegres, puestos de pie, para contagiar vida abundante.
Queridos jóvenes, ¿qué “prisas” los mueven? ¿qué les hace sentir el impulso de moverse, tanto que no pueden quedarse quietos? Muchos —afectados por realidades como la pandemia, la guerra, la migración forzosa, la pobreza, la violencia, las catástrofes climáticas— se preguntan: ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué justo a mí? ¿Por qué ahora? Por ello, la pregunta central de nuestra existencia es: ¿Para quién soy yo?
(cf. Papa Francisco. Christus vivit, 286)
Aprovechemos estos días para contagiarnos de la alegría de los jóvenes que desde Lisboa gritan: ¡Viva Cristo! ¡Viva la Virgen! ¡Viva el Papa! ¡Viva la Iglesia! Es tiempo de despertar del insomnio, de los miedos, de las tristezas.
Junto a María, Virgencita de Fátima, sin demoras debemos ponernos en camino e ir al encuentro de tantos hermanos y amigos que aún no se enteraron de que Cristo Vive y nos quiere vivos. Esta es la Iglesia en salida, la que da testimonio de la alegría de la Resurrección.







