Estamos comenzando el mes de noviembre, el mes de las vocaciones, y quisimos hablar de una vocación muy importante para la vida de la Iglesia: la vocación matrimonial y familiar.
Para ello, conversamos con Álvaro y Teresita, un matrimonio joven, casado hace 9 años, con una hija, que lleva adelante la misión de “Espacio San José” que busca evangelizar a través del arte, pero afirman que su misión se destaca más “por ser testimonio de familia que por las obras que realizan”. Por eso, quisimos profundizar más en su testimonio como familia misionera.
Ambos cuentan que antes de formar una familia ya vivían una vida misionera, poniendo sus talentos al servicio de Dios y de los hermanos: Teresita, como artista plástica haciendo esculturas de yeso y confeccionando muñecos de tela, y por su parte, Álvaro, como escritor de libros y compartiendo videos y escritos sobre meditaciones y testimonios, entre otros. Pero desde su noviazgo “lo principal era buscar ser familia en Dios y con Dios, y hacer llegar a Dios a los demás”, señala Teresita.
«Ser familia en Dios y con Dios, y hacer llegar a Dios a los demás»
“Teníamos un gran amor por Dios y nos sentíamos muy amados por Él”, afirma también Álvaro, y menciona que en aquel tiempo también se cuestionaron la vocación religiosa, pero discerniendo descubrieron que también “se puede buscar la santidad a través del matrimonio y de la vida juntos, y no es que si uno se casa deja de ser un cristiano activo, y de esta manera, nos sentimos llamados por Dios a ser familia”.
Respecto a cómo viven su misión, Teresita y Álvaro coinciden en que “el ser familia en sí, ya es misión, como Dios nos lo va proponiendo”. A través del lema “Familia, trabajo y misión”, Teresita explica que buscan integrar el trabajo como misión y sustento, y poner sus dones al servicio de la evangelización para que otros puedan encontrarse con Dios, sean adultos o niños.
“Dios necesita familias santas en este tiempo”, destaca Álvaro. “Para mí es fundamental la presencia de Dios en las familias y la vuelta a los valores”, y a su vez, menciona que el testimonio más lindo de la familia es que es posible vivirlo: “esto que Dios nos propone no es un mito de la antigüedad, es algo realizable y es muy necesario para este tiempo”.
“Dios necesita familias santas en este tiempo”
Y finalmente, ambos concluyen: “estamos hechos para la santidad, no para el “éxito” que propone este mundo, que si bien podemos disfrutar la vida acá, si eso nos lleva a distraernos de ese horizonte final, no vale pena. Hay que ir despojándose de todo lo que no hace a esa santidad, y en el matrimonio y la familia es posible vivirla”.
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