Hace ya varios años, Agustín Pourtau era un niño al que le llamaba la atención todo lo vinculado con la ciencia y la naturaleza. Hoy, con 27 años, está casado, tiene dos hijos y trabaja como profesor de Química en el nivel secundario y terciario. Dentro de la química siempre le interesó lo vinculado a la química ambiental, pero —como ahora lo define— era solo una mirada fragmentada de algo tan complejo.
En el año 2016, recibió un regalo especial por parte de sus padres: la encíclica Laudato Si’, que “abre mucho más el juego, nos muestra un concepto de ecología integral; define las problemáticas ambientales como parte de una compleja crisis socioambiental y hace que el concepto de ambiente sea mucho más grande del que podemos estudiar solo desde las ciencias naturales”, nos cuenta.
Encontrarse con este documento lo ayudó a comprender algunas cosas y a darle un nuevo sentido a otras: “Ya realizaba algunas acciones para tener una ciudadanía responsable con el ambiente, pero ahora tenía un sentido más profundo, diferente. Creo que el Papa Francisco, al introducir la encíclica, hizo que dentro de la Iglesia Católica tengamos una responsabilidad más directa. Ahora es evidente que también ‘nos toca cuidar la casa común’”.
Agustín siente que este documento lo ayudó a conciliar dos aspectos, acercar el diálogo entre la ciencia y la fe. Motivado por un gran impulso, decidió que quería compartir esto con los demás.
Comunicar el cuidado del medio ambiente desde una mirada integral
«Amamos la tierra, las personas que la habitan y porque es nuestra casa común… ¡Queremos que sea mejor! Y esto quería transmitirlo no sólo en la escuela sino al mundo entero. En Julio del 2020 creé ‘Con Laudato'»
En 2020, como una actividad del colegio en el que trabaja, Agustín tenía que preparar algo especial para vivir el mes de junio como el mes del medio ambiente. Se preguntaba qué mensaje tenía que dejar y cómo abordarlo. Entre tantas ideas decidió tomarlo desde la educación ambiental y allí recordó que algo de ese tema había leído en Laudato Si’. Buscó la encíclica y empezó el reencuentro. La leyó de nuevo y tal vez con la misma admiración que la primera vez.
“Comprender la realidad necesita de una mirada más integral, una mirada que incluya naturaleza, sociedad, vínculos con los demás, con uno mismo y con Dios. Esto es lo que más me impactó de esta segunda lectura. Me ayudó a salir de la mirada fragmentada del ambiente. A reconocer que a lo que le ponemos el título de ‘problemas ambientales’ son síntomas de problemas más grandes”, explica.
“Me llevó a replantearme actitudes, también sentí un gran deseo de comunicarlo. Algo así expresa el Papa Francisco en Evangelii Gaudium cuando siente un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor porque amamos la tierra, las personas que la habitan y porque es nuestra casa común… ¡Queremos que sea mejor! Quería transmitirlo no solo en la escuela y en el proyecto que me asignaron, sino al mundo entero. Así fue que en Julio de 2020 creé Con Laudato”.
de lo imposible a lo posible: acciones en lo cotidiano

Para vivir lo que Laudato Si’ nos propone, no hay soluciones mágicas ni una única acción definitiva. De hecho, las acciones individuales son necesarias, pero no suficientes. También se requieren actividades sociales más grandes.
A pesar de ello, Agustín nos comparte algunas claves que en su familia tienen en cuenta: “En casa lo vivimos, en primer lugar, tratando de alinear nuestra voluntad con la de Dios, porque la base está en las convicciones y el motor de esas convicciones es Jesucristo. Sin ese encuentro, cualquier acción pierde el sentido y no es firme. Es necesaria, como dice el Papa, una conversión de todos los días, incluir las meditaciones del Dios creador y de tomar acciones que nos permitan respetar esas relaciones y ese mandato de cuidar la casa común que él nos ofrece”, señala.
Desde este punto de partida, se hace necesario asumir como cristianos el cuidado de la casa común con acciones de la mano de esas convicciones: “‘Esta acción sería mejor porque me ayuda a cuidar la creación, a combatir la pobreza, a evitar el egoísmo’… Tomarlo desde el punto de vista de una conversión ecológica ayuda a traducir acciones en hábitos, luego se hace natural algo como separar los residuos, compostarlos, usar el compost en una huerta, consumir lo que cosechas de tu huerta, andar en bicicleta, adquirir productos con una trazabilidad confiable o de baja huella ecológica… Son muchas las acciones, podemos sugerirlas pero no hay una receta”.
En casa lo vivimos, en primer lugar, tratando de alinear nuestra voluntad con la de Dios, porque la base está en las convicciones y el motor de esas convicciones es Jesucristo. Sin ese encuentro, cualquier acción pierde el sentido y no es firme. Es necesaria una conversión todos los días
Agustín, aún más consciente que antes de la complejidad del tema, sigue buscando la forma de compartirlo sencilla y dinámicamente en las redes de Con Laudato. Con desafíos, definiciones, tips motiva y comunica lo que ha descubierto en la encíclica y, sobre todo, mostrando que podemos hacer mucho en lo cotidiano para reducir nuestro impacto ambiental.
- Para conocer más sobre el proyecto Con Laudato, podés ingresar a su perfil de Instagram.