Desde siempre en mi familia, por lo menos de parte de la abuela, estuvo la tradición del rezo del Santo Rosario. Misteriosamente y de a poquito esta devoción va ganando el corazón del que le dedica tiempo y no por nada es una de las devociones más extendida entre los cristianos católicos del mundo. Sin duda que si a María le gusta que le recemos el Rosario, pocos argumentos puede haber para que no lo hagamos.

si a María le gusta que recemos el Rosario, pocos argumentos puede haber para que no lo hagamos.

Muchas veces el Rosario resulta repetitivo o aburrido, nos da somnolencia y muchos prefieren rezarlo caminando, o ir rezando los misterios a lo largo del día. Y eso puede ser porque lo hemos vaciado de su contenido principal, que es la meditación de los misterios. El mejor regalo que le podemos hacer a la Virgen no es tanto las cincuenta «rosas» que le regalamos con cada Ave María, sino que la idea principal es meditar acerca de los misterios de la vida de Jesús. ¡Sí! El Rosario es una oración principalmente contemplativa porque lo que se nos invita es a recordar y meditar los hechos más importantes de la historia de la nuestra salvación.

El objetivo principal es meditar acerca de los misterios de la vida de Jesús.

Es bueno recordar que el Rosario fue fundamentalmente impulsado por Santo Domingo de Guzmán hace casi un milenio. En esa época, que el pueblo de Dios tenía un acceso muy restringido a las Escrituras, ya fuese por el idioma latín o porque gran parte era analfabeto. Por eso, el Rosario se convertía en un modo mucho más accesible para todos de aprender, recordar y meditar los momentos mas importantes del Nuevo Testamento. También el arte cumplía esta función a través de la música, las pinturas, las esculturas o los vitreaux, que eran catequesis de lo que no se sabía leer.

De este modo, el Rosario se transforma en un modo sencillo y hermoso de meditar la Palabra de Dios en una excelente compañía. También las mismas oraciones que rezamos en él -el avemaría y el padrenuestro- son oraciones extraídas de la misma Palabra de Dios. Así, al rezar el Rosario no estamos haciendo otra cosa que sumergirnos en la Palabra de Dios y unirnos profundamente al que es la Palabra, Jesús, quien haciéndose hombre nos obtuvo la salvación.

El Rosario es un modo sencillo y hermoso de meditar la Palabra de Dios en excelente compañía.

Por eso es importante que cuando reces el Rosario tengas a mano un pequeño versículo de la Biblia o alguna pequeña meditación que te ayude a contemplar el misterio. No está nada mal tampoco que te aprendas los misterios de memoria y que, al enunciarlos, te animes a hacer una breve reflexión para luego lanzarte a los Ave Marías. Vas a ver que, entonces, ellos se transformarán en una música de fondo que te permitirá gustar más del amor de Dios y a retener los momentos más importantes de tu salvación, es decir, de tu vida.

Cada vez que rezás los misterios gozosos estás reviviendo la Navidad. Cada vez que contemplás los misterios luminosos estás aprendiendo a vivir como Hijo amado de Dios. Cada vez que meditás los misterios dolorosos, estás reviviendo los acontecimientos de Semana Santa que te dieron la salvación y el perdón de tus pecados. Y cada vez que rumiás los misterios gloriosos estás actualizando la Pascua en tu vida, Pentecostés y tu destino final que es el Cielo.

…de a poquito esta devoción va ganando el corazón del que le dedica tiempo.

Y todo esto de la mano de María que lo vivió presencialmente guardando todo en su corazón y meditándolo para aprender de ello, para crecer en su fe y en su esperanza. Por eso, María es la Mujer de la Palabra, porque no solo ella se hizo carne en su seno si no que también nos la acerca cotidianamente para que ella ponga su morada en nuestra vida echando raíces, alimentando nuestra vida y dando mucho fruto.

¡Que Dios te bendiga!

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3 comentarios sobre “Mujer de la Palabra

  1. Gracias P.Guido por recordarnos una vez mas la importancia de rezar el rosario. Hay veces que en lo cotidiano de nuestras vidas, olvidamos todas las fundamentaciones que ello acontece cuando lo rezamos. Y todo lo que perdemos cuando no lo hacemos..
    Gracias nuevamente y Bendiciones!

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  2. Gracias, padre Guido, por subrayar el origen bíblico del avemaría y el padrenuestro. Me ayudará a revalorizar el rosario. Siempre desprecié rezar (recitar) fórmulas mágicas o frases piadosas escritas por místicos más o menos inspirados. Para eso las escribo yo y listo. Por eso prefería orar con la «lectio divina» al modo de san Benito, agregándole el discernimiento de san Ignacio y desde hace 6 años con la modalidad comunitaria del movimiento de la Palabra de Dios.
    Lo de los «misterios» sí me convencía como resumen de la Nueva Alianza, sobre todo después del agregado de los «luminosos», que realmente faltaban, pero igual la repetición de avemarías como mantras, me costaba.
    Ahora, con este punto de vista, me cierra todo y comenzaré mi reeducación.
    Siempre supe que de muchos modos María nos ha recomendado el Rosario, y he tenido conocimiento de maravillas alcanzadas con esta práctica, pero no me vastaba.
    Si ella lo quiere, así será.

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