Carta a mi amigo santo

Querido Carlo:

¿Cómo estás? ¿Qué tal vienen los preparativos en el Cielo para mañana? Por acá con ansiedad, nervios y la emoción a flor de piel. Llega la fiesta que será tu paso ‘oficial’ a la santidad, y esta vez junto a otro grande: Pier Giorgio Frassati. Los imagino felices, compartiendo tiempo juntos: al fin alcanzaron el deseo de toda su vida: SER SANTOS.

Hace casi 20 años partiste al cielo, ya con fama de santidad, a tus 15 cortos e intensos años. Hoy la Iglesia le anuncia al mundo que tenemos un nuevo santo y que es ‘millennial’, de nuestro tiempo, que hoy tendría 34 años. Te convertiste en el ejemplo de santidad 2.0 para todos los católicos, un ejemplo de cómo vivir BIEN. Porque tu paso por la tierra fue así, viviendo una vida cristiana en serio y disfrutando mucho. Qué bueno es que ahora muchas personas te conozcan y sepan -y quieran- vivir la fe de esa manera.

Carlo, ¡lo que generás en la gente es increíble! En serio, soy testigo de cómo la gente es tu fan. Me permitiste conocer de cerca el testimonio de muchas personas que volvieron a Dios por tu causa. Incluso yo, hoy no me creo que estoy buscando, cada día, -o intando al menos- vivir con tu famoso kit de la santidad.

Es que tu carisma, tu humor y tus dichos tan ocurrentes, tu simpleza y tu naturalidad, tu creatividad para evangelizar, fueron originales y no fotocopia de otros. Y ya sé, me vas a decir: «Non io, ma Dio». Pero así es, amigo, porque vos supiste cómo llevar a Cristo en tu vida y reflejar su amor con alegría. Por gracia y porque te enamoraste.

Me acuerdo cuando te conocí y apenas eras venerable. En seguida supe que este día llegaría, pero no me imaginé que tan pronto. Es que los últimos 5 años me pasaron volando. Como ya he dicho, vos me viniste a buscar (y varias veces) porque querías ser mi amigo, porque querías mostrarme que también puedo aspirar a la santidad, porque querías acompañarme en esta misión de la evangelización digital, porque quisiste, simplemente, estar cerca y hacerme ver cómo todo es más fácil cuando nos encomendamos a Él.

Sí, Carlo, así lo hiciste, me trajiste frescura y entusiasmo, renovaste mi esperanza y energía, que tantas veces se apaga. Te convertiste en mi compañero de home office y en mi compinche de aventuras. Gracias, amigo, por siempre volver a buscarme, por tantos amigos en la fe que me presentaste. Gracias por seguir acompañandome y llenando de desafíos emocionantes mi camino.

Ahora tu santidad, reconocida por la Iglesia Universal, llegará todavía más lejos, seguirás cautivando corazones, haciendonos reir y emocionar con tus detalles de cada día, transformando vidas y haciendo milagros en el nombre de Dios.

Amigo Carlo, amigo santo, no dejes de inspirar en mí y en los jóvenes del mundo el deseo de la santidad. Aunque caigamos mil veces, ayúdanos a recordar que siempre está la misericordia de Dios para socorrernos y consolarnos. Vos nos demostrás que el camino al Cielo es posible, aunque no sea fácil. Enséñanos a transitarlo, sabiendo apreciar esos regalos que Dios nos hace en cada paso. Aquí vamos, Carlo, esperanos en el Cielo para celebrar juntos que conocer a Jesús es lo mejor que nos pasó en la vida.

Un abrazo fuerte.

Tu amiga de Argentina, Guada.

2 comentarios sobre “Carta a mi amigo santo

Replica a Mario.Prior Cancelar la respuesta