Ser Eucaristía: Ser detalles del amor de Dios

“Cristo siempre encuentra la forma de abrazar en las dos direcciones: abrazarme a mí y abrazar al otro, con gestos y palabras”, asegura Facu, el chico que está detrás de los avioncitos del proyecto de Instagram @SerEucaristía. Su espíritu inquieto lo llevó a crear este canal para compartir la fe de un modo distinto con otros jóvenes y hacerles saber que “no estamos solos en este camino”.

Facundo Barreto tiene 25 años y nació en la localidad entrerriana de Basabilvaso. Estudia Bioingeniería en la Universidad Nacional de Entre Ríos y es un gran aficionado al diseño gráfico. Hace poco más de un año, creó Ser Eucaristía con el fin de “hacer volar mensajes de amor” y “compartir la fe entre jóvenes”. “Ser Eucaristía busca promover el amor con la dinámica y la creatividad del juego, movilizar el corazón con la sencilla invitación a ser como niños”, indica su misión en Instagram. Se trata de un apostolado personal y, aunque el joven asegura que “nunca estuvo solo”, sueña con que el proyecto crezca y pueda “animar a otros a hacer su propio apostolado”.

Su camino de fe comenzó a gestarse en Kairós, un grupo católico de su pueblo al que iba en su adolescencia. Pero tomó real fuerza cuando a los 18 años se mudó a estudiar a la ciudad de Paraná y lo invitaron a una misión con los hermanos franciscanos de la Casa de Jóvenes Hermano Francisco de Mariló, en Buenos Aires: “Ese fue un momento de quiebre en mi vida”, asegura. Durante una misión en Salta, el carisma franciscano lo cautivó y la cruz de San Damián “despertó algo” en el corazón de Facundo que lo llevó a amar profundamente a Jesús. “Soy franciscano porque me encanta ese carisma, descubrí algo distinto. Me conmovió su mirada y cercanía. Y quiero con mi apostolado acercarme de esta manera”. De regreso a Paraná, Facundo comenzó a asistir a un grupo de la Acción Católica.

«Todos los días hay un pequeño detalle de Dios que encuentro, porque cada vez estoy un poco más inmerso en este camino»

—¿Cómo comenzó el proyecto Ser Eucaristía?
—Lo arranque por primera vez en 2018, pero no funcionó. Publiqué algunos avioncitos y después el proyecto quedó ahí, me desmotivé. Pero la idea me seguía rondando y un día en una adoración decidí dejarlo en las manos del Santísimo y ahí fue cuando decidí retomar. Al principio la idea era solo compartir en Instagram, de hecho la analogía del avioncito viene del loguito de compartir. Quería que sea en Instagram porque es la red social que más uso y donde están los jóvenes. Siempre me gustó la idea de compartir por la dinámica y la cercanía. Si bien llevó su tiempo, luego el proyecto fue tomando forma.

Se trata de un apostolado personal, ¿por qué?
—Es un apostolado en el continente digital que surge por una necesidad de entregar un poco de mí y llegar a los demás. Con el tiempo me di cuenta de que no es tanto mío para el otro, sino que, como en toda misión, el misionero también termina siendo misionado de alguna forma. Y es algo re lindo. Es loco porque Cristo siempre encuentra la forma de abrazar en las dos direcciones: abrazarme a mí y abrazar al otro, con gestos y palabras. Aunque es un apostolado personal, siempre hay amigos que están ayudando, que me van pasando frases que les gustan, una amiga me ayuda con Facebook. Nunca estuve completamente solo.

¿Por qué decidiste llamarlo así?
—Hace unos años, preparamos con un amigo una serie de encuentros para un grupo de jóvenes en mi pueblo. Eran sobre la Eucaristía como la entrega máxima de amor de Jesús y concluían con una invitación a ser nosotros Eucaristía, ser alimento para los demás. Eso me quedó picando y con los años lo retomé y lo tomé como nombre para el proyecto. Este es el mensaje que quiero dar de fondo: nosotros también debemos entregarnos como Cristo se entregó por nosotros y ser alimento para los demás.

«Un instrumento para llegar al que no está pasando un buen momento»

¿Cuándo percibiste que esta misión digital estaba teniendo alcance?
—Hubo un momento en que dije: “Esto es muy de Dios, se me está escapando”. Fue cuando una chica de San Juan me mando su avioncito de papel hecho a mano. Obviamente no te esperás que tenga tanto movimiento. Quizás esperaba que sucediera solo en Paraná, entre mis conocidos. Esta página creció por Dios y gracias a Dios, nunca dependió de mí ni lo difundí demasiado. Porque la idea es que cada persona que llegue lo haga por el mensaje que hay de fondo.

¿De qué se trata la sección Postcards?
—Se trata de brindar algo más extendido que la frase del avioncito. Es una postal corta, para hablar de los detalles de Dios, para esos momentos en los que te sentís un poco perdido o sin rumbo, que les pasa mucho a los jóvenes. Cada vez que a mí me pasó, Dios me sorprendió con detalles de otra persona. Entonces, buscan ser ese instrumento para llegar al que no está pasando un buen momento. Las escribo desde mi corazón al corazón del que lo está leyendo, para descubrir que no estamos solos. Dios nos acompaña pero otros jóvenes también estamos caminando. Me gusta verlo como un movimiento en que vamos caminando juntos la fe. Hace rato tenía ganas de hacer un podcast y también esto lo armé por escrito. Por eso el formato se llama “postcard”.

El proyecto tiene una parte lúdica, con juegos e interacción con el público…
—Yo esto lo veo como un juego porque me gusta esa mirada de un Cristo cercano y dinámico. Entonces lo enfoco desde la parte lúdica. Siempre me gustaron mucho los chicos y hacer juegos con ellos. De ahí sale esta mirada de que “atravesemos la fe jugando y compartiendo”. Con los chicos no hace falta decir grandes cosas, sino solo plantear un juego y dejar que fluya de su espontaneidad poder compartir el amor de Cristo.

Desde el comienzo del proyecto, no quise que sea algo serio ni formal, sino que sea más “de chicos”, poder compartir con juegos, porque además “todo lo hace nuevo”, todo es un descubrimiento, el compartir y abrazar a otro a través de la diversión y del jugar. La idea siempre fue mantenerme en esa esencia: “Sean como niños”. Uno nunca pierde su ser chico, esa mirada de transparencia, creatividad, honestidad. Jugar, compartir y, al mismo tiempo, acercarnos a Cristo. Una frase que siempre comparto en la sección de juegos es: “No dejamos de jugar porque envejecemos, sino que envejecemos porque dejamos de jugar”.  

«Nosotros también debemos entregarnos como Cristo se entregó por nosotros y ser alimentos para los demás»

También hay días de desánimo…  ¿qué te motiva a continuar?
—Dios me sigue sorprendiendo y tiene un gesto conmigo, un detalle. En los momentos de bajón, sin ánimo, que no tengo ganas de subir un avioncito, Dios siempre se hace presente con un mensaje de alguien que me expresa su cariño o agradecimiento. Lo sigo descubriendo al recibir una respuesta a una carta o un comentario de alguien que le llegó el mensaje. Y cuando comencé no esperaba que pasara esto. Por estas cosas me motivo a seguir con la misión. Cristo te muestra los frutos, aunque a veces no son visibles. Él con sus detalles de amor te deja ver un poco de lo que hay ahí, para que eso te motive a seguir a adelante.

¿Qué cambios experimentaste en tu vida espiritual a partir de Ser Eucaristía?
—El impacto más grande que tuvo el proyecto en mi fe es poder encontrar a Cristo en cada detalle. Antes quizás lo encontraba solo el sábado cuando iba a la Acción Católica o en misa. En cambio ahora, todos los días tengo que hacer algo para Ser Eucaristía y eso me ayuda a conectarme con Cristo. También con mi novia rezamos juntos cada mañana y hacemos la pregunta del Evangelio que luego se publica en la página, entonces esto también nos ayuda a rezar en el noviazgo. Lo mismo cada vez que escribo una carta, me lleva a rezar más para seguir caminando.

Hay una frase de un sacerdote franciscano, Javier de la Serna, que me gusta mucho, que se pregunta cómo hizo el buen ladrón para reconocer a Cristo en su peor momento: “Lo reconoció porque lo buscaba”. Aunque parezca una pavada, me marcó poder estar constantemente “buscando para encontrarlo”. Todos los días hay un pequeño detalle de Dios que encuentro, porque cada día estoy un poco más inmerso en este camino.

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