El 26 de febrero de 2021 se celebró el centenario del nacimiento de Enrique Shaw, un hombre confiado plenamente en Dios, que se dedicó a su familia, a los operarios de la fábrica y a todo aquel que pudiese ayudar.
Con su ejemplo de vida como padre y trabajador, su testimonio de fe vivida en todos sus ámbitos, y su compromiso por el bien común en la sociedad como empresario, marcó a las generaciones siguientes y hoy se encuentra en proceso de beatificación.
Para celebrar los 100 años de su nacimiento, del 23 al 26 de febrero se realizaron actividades organizadas por varias instituciones, como la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), fundada por él, entre otras.
Desde Iglesia Millennial tuvimos la oportunidad de conversar con Sara Critto de Eiras, nieta de Enrique Shaw, quien nos contó más acerca de su historia, virtudes y cómo se encuentra en la actualidad su causa de beatificación:
—¿Qué sentís respecto de que Enrique Shaw, que es tu abuelo, esté en proceso de beatificación?
—Me da mucha alegría porque sabía que Enrique y la abuela fueron muy felices, y me da esperanza saber que se puede formar un matrimonio con mucho amor y cariño como lo hicieron ellos, que el mío también puede ser así y el de muchísima gente.
Cuando Enrique llegaba a la fábrica, todos sentían una profunda paz y se sentían muy seguros con él.
—¿Qué recuerdos tenés de él o qué cosas te ha contado tu mamá?
—Él falleció cuando mi mama tenía 16 años y la gente que lo conoció me destacó que era muy sencillo y alegre. Mi mamá decía que era mejor que cualquier animador de fiestas (risas), y en la playa cuando él salía a correr todos los seguían como al flautista de Hamelin. También quienes lo conocieron destacan que siempre estaba muy atento a los demás y por eso en la fábrica conocía a todos por su nombre, les preguntaba si necesitaban algo y se acordaba si se estaban haciendo la casa y si las cosas iban bien. Otra característica, por ejemplo, fue cuando al escribir un libro sobre él, uno de sus empleados dijo que me había quedado corta y cuando le pregunte por qué, dijo que cuando Enrique llegaba a la fábrica, todos sentían una profunda paz y se sentían muy seguros con él. Los que lo conocieron dicen que él era muy coherente con su fe.
—¿Qué impronta ha dejado Enrique en la familia? ¿Qué costumbres o valores han imitado de él?
—En una de las cartas a su mujer, escribe que una de las costumbres más valiosas que iban a dejar a sus hijos era la de rezar el rosario en familia, porque ellos rezaban el rosario todos los días junto a sus hijos. Y esa es una costumbre valiosísima, porque es estar junto a la Virgen permanentemente, y el poder del rosario es hecho vivo y santificado rezado en familia.
En una de las charlas que daba a matrimonios, les decía que si ellos rezaban el rosario en familia, el demonio podía rugir afuera, porque es un arma poderosísima.
—¿Qué sentís respecto de que luego de 100 años de su nacimiento siga marcando e inspirando a tantos corazones?
—Como él confió muchísimo en Dios, decía -repitiendo el Salmo 32- o explicándolo a su novia en su momento, que Dios da su misericordia según la esperanza que tengamos puesta en Él, y le escribía a su mujer que confíen en Dios absolutamente y que debían ser felices como Él quiere. Esa enseñanza sobre la confianza absoluta, que es algo que la Iglesia siempre enseña, hizo que él quisiera y tratara de no desperdiciar ninguna de las gracias que Dios nos da para no perder las que siguen después y demostró que se puede ser feliz haciendo el bien, como dice mi madre en el documental.
Enrique demostró que se puede ser feliz haciendo el bien
Enrique le decía a su novia que vivieran felices y sin preocupaciones ya que, como todos los padres que quieren que sus hijos sean felices, Dios que es nuestro Padre quiere que seamos felices. Enrique, al vivir lo que Dios quería, demuestra que la religión produce alegría y no tristeza como algunos piensan. Mostró que estar cerca de Dios y cumplir su voluntad es lo mejor que podemos hacer. Él nos creó y sabe lo que es mejor para nosotros. Al vivirlo, nos está demostrando que ese es el camino: buscar el Reino de Dios y eso nos lleva a ser felices y no otros caminos que no producen la felicidad.
—¿En qué etapa se encuentra actualmente el proceso de beatificación?
—En 2013 el proceso cerró la etapa diocesana en Argentina y fue a Roma donde se aprobó la biografía de Enrique por los historiadores y teólogos, y se está realizando el trámite para probar que vivió las virtudes heroicas para ver si se lo declara o no venerable. Y a la vez se tramita otro juicio de un posible o presunto milagro que es muy difícil de probar y debe ser auditado por peritos médicos para demostrar que un hecho es inexplicable para la ciencia, en un país y en un momento dado.
—¿En qué te gustaría que la sociedad argentina siguiera su ejemplo?
—Enrique en una de sus últimas intervenciones públicas, en la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires, dijo: “Bienaventurada nuestra patria porque en ella se puede ser santo”. A sus 20 años tomó una decisión, el propósito de ser santo y de empezar ya. Que este propósito lo tome mucha gente, que nos decidamos a ser santos porque si no nos decidimos no vamos a llegar a serlo. Él decía en esta última intervención que hay mucho para hacer en nuestro país, aunque no lo parezca. Entonces que haya una acción pujante hacia el bien. La mayoría de la gente que es buena, que se decida a ser santa y actuemos, que no nos dejemos vencer por el pesimismo, sino que actuemos, confiando en Dios y consultando siempre a la Virgen Santísima, a la que él consideraba su socia y consultora permanente. También una de sus sugerencias que hace junto con un doctor, en una de sus conferencias, es una economía concertada, donde todas las empresas analicen sus decisiones para el bien común junto con los otros actores sociales, como los sindicatos, los estados, la opinión pública, y que trabajemos para el bien común y así podamos crecer. Esto desde el punto de vista económico, además del espiritual.
Con su testimonio nos está demostrando que ese es el camino: buscar el Reino de Dios y eso nos lleva a ser felices
Sin las necesidades básicas satisfechas es muy difícil que las personas se decidan a ser santos. Entonces él trabajaba para que las necesidades básicas de la gente fuesen satisfechas dando trabajo digno, creando esas condiciones. Por eso la Iglesia se preocupa en su pensamiento social cristiano por que se respeten estos derechos básicos para que haya un orden social y paz, porque sin justicia no hay paz, como decía Enrique.
- Mirá las actividades que se realizaron por el centenario de Enrique Shaw y conocé más sobre su causa de beatificación en www.enriqueshaw.com.