Como si fuera el último

Cristo Rey. Una hermosa fiesta que los cristianos celebramos al final del año litúrgico. Un título de Jesús que puede decirnos muchas cosas acerca de Él pero que, sobre todo, nos conecta con su grandeza y con el gran significado que Él tiene para la vida de cada creyente y seguidor suyo.

La fiesta de Cristo Rey se desprende más de los relatos apocalípticos que nos presentan a Jesús glorioso en su segunda venida, que de aquellos del evangelio que nos describen a Jesús coronado de espinas en la cruz. La segunda venida, o la venida definitiva de Jesús, es algo que a los cristianos de hoy nos dice poco pero que a los creyentes de los primeros tiempos les era muy significativo. De hecho, muchos pensaban que era inminente, que algunos no llegarían a morir antes de su segunda venida. Por eso, muchos escritos de la época hacen referencia a un tiempo apremiante, a la inmediatez de su llegada y a la necesidad de estar preparados. Todo esto relativizaba o hacía poner en segundo plano muchas de las preocupaciones que podía tener la gente de la época, así como también su estilo de vida o las conductas cotidianas.

Pero el tiempo fue pasando y Cristo no llegó en su forma gloriosa. De hecho, en sus primeros escritos, San Pablo hace mucha referencia a vivir preparados; sin embargo, en los más tardíos no menciona tanto este acontecimiento e insta a los cristianos a vivir según las enseñanzas de Jesús. Pero no faltaron los desafíos, ya que rápidamente empezaron las persecuciones y con ellas comenzó el martirio de los cristianos. Así, pues, hubo que empezar a prepararse interiormente por si llegaba el momento de tener que dar este testimonio supremo derramando la propia sangre. Pero las persecuciones también pasaron y, con ellas, el ideal del martirio. Así surgió, entonces, el monacato como nuevo ideal de vida, el retirarse al desierto para llevar una vida oculta. Y así se sucedieron diversas etapas en la vida de los creyentes que fueron configurando la vida de la Iglesia.

¿Podemos tener miedo los cristianos de que llegue el tiempo de encontrarnos con Jesús cara a cara?

Tal vez la pregunta, entonces, sería: ¿qué significaría hoy pensar en la segunda venida de Jesús? Sin duda, el tiempo de pandemia nos hizo pensar mucho en la muerte. En la propia muerte o en la de los seres queridos. Vivimos y seguimos viviendo un tiempo en que no sabemos si hoy será el último día de nuestra vida. En realidad, siempre fue así, pero la pandemia nos obligó a tomar conciencia de ello hasta el punto de sembrar dentro de nosotros mucho miedo. Pero… ¿podemos tener miedo los cristianos de que llegue el tiempo de encontrarnos con Jesús cara a cara?

Muchas veces en los retiros de jóvenes planteamos la siguiente pregunta: «Si hoy fuera el último día de tu vida, ¿qué harías?«. Una pregunta un poco fuerte, pero que sin duda nos ayuda a sacar afuera lo más esencial de nuestra vida. Tal vez si nos hacemos cada día esta pregunta nos surjan muchas certezas y tomaríamos muchas decisiones. Aún así, cada vez estoy más seguro que la respuesta tendría que ser: «Haría lo mismo que tenía planeado hacer para el día de hoy». Esta respuesta implica no solamente que no tengo nada pendiente o que, si hay algo que lo está, no depende de mí resolverlo del todo; implica también que no dejé de hacer nada de lo que me hubiera gustado hacer y, sobre todo, que soy feliz con lo que hago y que no dejaría de hacerlo por nada del mundo. En definitiva, significa que estoy contento y en paz con la vida que llevo.

¡Ven, Señor Jesús!

Muchos santos, como San Francisco de Asís, han reflexionado sobre la muerte, incluso hasta amarla, desearla y llamarla «hermana». Realmente no sabemos ni el día ni la hora en que Jesús vendrá de nuevo a reunir y a sanar a toda la Creación. Tampoco sabemos qué día partiremos de este mundo, pero sí sabemos qué vamos a elegir hacer en cada momento de nuestras vidas. Y así, si llega el momento en el que Dios nos llame a su presencia, iremos seguros de que lo hemos buscado y de que lo hemos seguido siempre con toda nuestra vida, nuestro corazón y nuestras fuerzas. Si esta paz habita en nuestro corazón, entonces podremos decir con fuerza: «¡Ven, Señor Jesús!«.

¡Que Dios te bendiga!

Un comentario sobre “Como si fuera el último

  1. Desde que entendí que la vida eterna es un presente total en Dios, que en esa Vida todo el pasado y todo el futuro se hacen presente, el tema del último día, de la segunda venida y de la resurrección dejó de intrigarme. Simplemente entiendo que mi último día en el tiempo y en este espacio, apareceré en la eternidad y veré al Señor resucitado y coronado, a María gloriosa, al Padre amoroso abrazándome y al Espíritu Santo iluminando y alegrando todo y a todos. No se trata de tiempo, porque el tiempo desaparecerá.

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