Lily Escu: «Mi corazón te cantará sin parar»

Una servidora a la cual el Señor encontró, le reveló su vida, la llamó por su nombre, y quien no puede otra cosa más que anunciarlo para que otros conozcan esa alegría y la plenitud que es vivir en Él. En simples palabras, una anunciadora.

Así se presenta ante Iglesia Millennial Lily Escu. Cantante nacida en La Pampa, se mudó a Córdoba a estudiar para ser profesora de Educación Física, siempre cantó folclore con sus hermanos, y cuando se instaló en córdoba, comenzó a cantar en la compañía de Jesús en misa los domingos. Fue ahí donde comenzó a escuchar del movimiento de la palabra de Dios. «Lo primero que me llamó la atención fue la forma en la que se trataban, con mucho amor y fraternidad», describe. «En el movimiento tuve mi primer encuentro con Dios, un Dios vivo en la palabra; descubrí que la Biblia era parte de mi presente, me encontré con un Dios que me hablaba por mi nombre, que me proponía sin exigirme un camino de vida que implicaba, por supuesto, dejar muchas cosas, pero con paciencia. Me encontré con una comunidad, con hermanos que me acompañaron en este proceso«, lugar que después de 25 años aún frecuenta y del que forma parte activa desde lo pastoral y desde su ministerio a través de la música. 

«Empecé a orar espontáneamente, a charlar con Dios; pero no me alcanzaban las palabras, el amor me inundaba tanto que empecé a componer canciones«.

Sin duda, ese encuentro marcó el inicio de un gran camino junto a Dios, codo a codo, con oración y mucha complicidad… «Empecé a orar espontáneamente, a charlar con Dios; pero no me alcanzaban las palabras, el amor me inundaba tanto que empecé a componer canciones en el 2000, pero las iba guardando, porque pensaba que a nadie le iban a servir o gustar». Así fue que comenzó a servir en la música para el movimiento de la palabra, una aventura por descubrir, pero siempre aferrada a la voluntad de Dios.

Ella se recibió, trabajaba en un colegio, se casó y en el año 2009 vivió fuertes acontecimientos. Le tocó atravesar el proceso de duelo por el fallecimiento de su esposo Gabriel, que, como ella nos relata, fue una etapa de mucha cruz y mucha vida: «Fue un tiempo realmente para acompañar a Jesús en su pasión y para dejarme acompañar por mis cirineos, que fueron mis hermanos de comunidad». Sin embargo, y en la búsqueda de sanar ese profundo dolor, intentó iniciarse en el mundo discográfico (ya que Gabriel siempre la animaba a ir por ese sueño), aunque no llegó a concretarse ese proyecto. Como un regalo inesperado, dos años más tarde, el amor llegó nuevamente a su vida y contrajo nuevas nupcias con Matías Larrahona, su actual marido, quien, años después, también descubrió la pasión que de ella brotaba y la apoyó incondicionalmente en su futuro como cantante católica. A Lily le sobran las anécdotas para hablar sobre todo lo que tuvo que superar para animarse a dar el paso de hacer de su voz un instrumento de Dios. «Cuando se me acercaba alguien que me escuchaba cantar en una misa y me decía ‘qué lindo que cantás’ o ‘tendrías que dedicarte a esto’, para mí era una exageración«, pero sin duda, su fidelidad nos marca un camino de cómo reconocer la voz del pastor y cómo hacer para dejarnos guiar por Él.

«Me di cuenta de que cuando Dios te pide algo, realmente ya tiene todo preparado, lo único que hace falta es el sí de cada uno”

«Cambiaste mi lamento en danzas, me quitaste el luto y me vestiste de fiesta, por eso mi corazón te cantará sin parar» Salmo 30 (29).

Un salmo fundante en los inicios de su misión es la cita que acompaña su entrega cotidiana y la que la ayudó a avanzar y a dejarse impulsar por la fuerza del Espíritu. Es así que a inicios del año 2014 y después de un retiro espiritual, la voz de Dios llegó a ella con éstas palabras: “Lily, esas canciones que tenés guardadas, no van a dar frutos, yo las necesito para tocar corazones”. Sintiéndose exhortada por el mismo Dios a desenterrar los talentos dados por Él, deja su trabajo como profesora de Educación Física y comienza a grabar su primer álbum “Soñar despierta”, el cual sale a la luz el 1 de octubre de 2015. Quienes la acompañaron en el proceso nunca dudaron del talento de Lily para la música, lo cual queda más que claro en esta anécdota: “Decidí grabar pero con mis canciones, esperaba que me dijeran si eran lindas o potables, pero eso no pasó. Ahí me di cuenta de que cuando Dios te pide algo, realmente ya tiene todo preparado, lo único que hace falta es el sí de cada uno”, de eso se trata la confianza, escuchar a Dios y creer que Él ya nos otorgó lo que nos pide sin dudar. “Desde chiquita anhelaba cantar, siempre tuve pánico escénico, pero Dios hizo un camino de sanidad impresionante en mí con algo que creía inalcanzable”. Y fue gracias a este llamado que ella descubrió que ningún miedo, pánico ni la falta de dinero puede ser motivo para que su sueño no se realice, «si es de Dios, con Dios es posible, no hay excusas«, afirma.

En 2016 junto a Matías fundaron el festival de arte católico “Hijos de la Fe”, que hace un tiempo compartimos con vos también en nuestras redes. Un festival que se realiza cada año a mediados del mes de noviembre en la ciudad de Córdoba y para el que desean que siga creciendo como hasta el día de hoy, «que sea un encuentro para artistas de todo el mundo» — sueña a lo grande y en voz alta— y además nos confiesa que es el sueño que más inquieta su corazón y el proyecto al cual más oración le dedican en este tiempo.

La carrera de esta joven artista siguió creciendo y lo hizo en gracia y en amor. Es así, que en diciembre de 2019 salió a la luz su segundo trabajo discográfico “El poder de tu voz”, y a su vez también fue grabando otros sencillos (singles) junto a grandes amigos, preparando su tercer disco, como dicen por ahí, laburando o en este caso, evangelizando con el arte 24/7.

Claramente uno de los momentos principales en un artista es el de la composición. «Lo que más disfruto es el momento de componer, realmente ahí siento cómo el Espíritu se derrama y quiere hacerlo en mí; de hecho no es algo que yo me lo proponga. Cuando intento hacerlo, no me sale nada, ni una palabra«. Este año, nos cuenta nuestra protagonista que pudo armar un estudio en su casa y que trabajar en la soledad de su espacio musical personal lo convierte todo en conexión profunda y real con quien le regala sus más bellas melodías. «Estoy grabando las voces mientras voy orando; no depender de todo lo que implica un estudio de grabación, hace que lo disfrute mucho más«. «Y… ¿cómo hacés para permanecer a pesar de las adversidades que aparecen en el andar?», le pregunté. «Lo fundamental es el vínculo cotidiano con Dios, a través de la oración y de la palabra. Y también mi comunidad. Semanalmente nos reunimos a orar, a meditar la palabra y a compartir la vida. Sin esas dos cosas no sé si podría y ni hablar de los sacramentos«, me respondió.

Con la fórmula divina que nos comparte Lily, sin duda la misión se aliviana al ser compartida. La Iglesia se va llenando de este nuevo soplo del Espíritu, que es el arte católico, y especialmente ahora que como ella dice, «parece que el Señor necesita más adoradores a través de los talentos«. Es un caminito que se va haciendo de a poco, paso a paso y con cosas sencillas. «Evangelizar afuera, hay que animarse a salir. Si las puertas se cierran, no nos olvidemos que a quien servimos es a Dios, y cuando se ponga difícil, depositarlo en la cruz de Cristo. Eso me permitió enfocarme y darle para adelante«, es por eso que al responder sobre cuál es su mayor logro, inspirada por el Espíritu, me dijo: «Es no detenerme, aunque todo se me niegue. Siento que ese es mi mayor logro y el lema que yo a los artistas católicos que acompaño les digo. La clave es no detenerse, rápido o lento, lo importante es avanzar y, sin duda, por eso puedo contemplar tanta gracia derramada en mi ministerio que no me pertenece, sino que es para la gloria de Dios. Y cuando escucho los testimonios que me llegan, ahí tomo cuenta: Dios mío, el valor que tiene no detenerme, un músico católico puede salvar una vida, y puedo decir —sin titubear— que Dios con una canción salvó la vida de alguien».

«Un músico católico puede salvar una vida, y puedo decir —sin titubear— que Dios con una canción salvó la vida de alguien».

De esta manera, sigue por completo su llamado a anunciar la palabra de Dios a través de sus canciones, en conciertos, jornadas y eventos, tocando el corazón de aquellos que escuchan la invitación a vivir buscando la felicidad en los anhelos que Dios ha puesto en cada uno. Muy acompañada por su comunidad, familia y amigos, sigue este rumbo de sacrificios y alegrías, en el que el Señor la va guiando y acercando a otros artistas que también quieren anunciar a través de la música el sentido de vivir en la esperanza de la presencia de un Dios vivo que quiere nuestra plenitud.

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