Palabras para Dios

Septiembre es un mes dedicado a la Palabra y a la educación. Durante este tiempo celebramos a san Jerónimo, y festejamos a tantos trabajadores de la educación. Reflexionaba sobre la importancia de estar disponibles a las enseñanzas del evangelio, con un oído atento a la Palabra, manantial que sacia la sed de búsqueda de aquellos que desean conocer a Dios. Por ello quiero compartirte una carta, que hace un tiempo le escribí a Jesús:

Maestro bueno;

¿Cómo estás? Hace un tiempo largo que tenía postergadas estas líneas. Seguramente el ritmo acelerado que estoy llevando favorece la frialdad de mí trato con vos. ¿Mucho descuido de mí parte, no?

Pareciera extraño contarte cosas que vos ya conocés en profundidad, ya que nada se escapa de tu presencia. Sin embargo, veo tan necesario hablarte un poco de lo que pasa por mí vida durante estos días. 

¿Por qué?… Porque me descubro más verdadero cada vez que me encuentro con la sabiduría de tus Palabras, confrontado con la luz que brota de tu vida, aquella que guía mis pasos por el buen sendero. Junto a vos vislumbro una luz tan cálida que atraviesa los rincones de mí ser. Donde todo queda expuesto: que soy tuyo y que te pertenezco.

Una carta, que hace un tiempo le escribí a Jesús

Dicen algunos, y soy testigo de ello, que tus Palabras son como las espadas de doble filos. Son tan nobles como el acero, y tan leales para aquellos que porten en sus labios dichos tuyos. Justamente por ello necesito tanto de vos: para afilar mis decisiones, también para dar batallas espirituales. Para ser dócil y puro ante las herraduras del Creador.

Antes de ayer me preguntaba ¿Cómo podría enriquecer mí vida escuchando y poniendo en práctica las enseñanzas que brotan del evangelio? Motiva esta carta seguir aprendiendo de vos, Maestro bueno y fiel.

Se me viene a la memoria aquel jueves en la capillita de San Juan, dónde te preguntaba por esto mismo, y te contaba, pobremente, de lo que pasaba por mí corazón. 

Con suma pedagogía, en aquella oportunidad dirigiste mí atención al misterio de la Anunciación, escena crucial para contemplar la eficacia de la Palabra de Dios, escuchada por María, mujer santa. Tan hermoso es ver en Ella la obra de Dios. Obra que inicia con la escucha atenta y se concreta en la respuesta dócil y fiel. La Palabra se hace carne: Jesús. Vos mismo.

Motiva esta carta seguir aprendiendo de vos, Maestro

¡Es una locura! En el mejor de los sentidos. Guardo como un tesoro preciado la Hora Santa, en aquella capillita, aquel nublado jueves de agosto. 

Me gustaría pedirte esto mismo. Nuevamente. Colmar de gozo está apresurada vida, que corre tras los tiempos que nunca alcanza; para contemplar tu Palabra, Jesús, vos mismo. 

Maestro, bueno y fiel, cuando leas esto, te pido me regales la gracia de gustarte vivo y presente en las Escrituras.

Mientras tanto, seguiré abriendo mí biblia. Buscándote

De esta modo, o de tantos otros, podemos acercarnos a Jesús y pedirle luz para nuestra vida. Y esta brote de la fuente viva que son las Sagradas Escrituras. No perdamos la oportunidad de rezar con la Palabra, y descubrir en ella la Buena Noticia que trasforma nuestra vida, toda.

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Un comentario sobre “Palabras para Dios

  1. Que hermosa carta Leo!, es que es tan lindo escribirle, ya que, para mi-una opinión personal- uno en una carta logra trasmitir aquello que tal vez uno no pueda expresar verbalmente y por ejemplo cuando lo haces a Jesús- por mi parte- además de mostrar agradecimiento, y peticiones, siempre termino preguntándole, «dime, házmelo saber que necesitas de mi, y en que puedo ayudar». Y en los dias siguientes y en presencia de alguna situación o persona mi corazón me habla «ves… el ya te contesto». 🙂
    Que tengan un hermoso día lleno de bendiciones!

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