En la JMJ de Cracovia, el papa Francisco nos decía: “Cuando Jesús toca el corazón de un joven, de una joven, este se vuelve capaz de acciones verdaderamente grandiosas”. Se me viene a la memoria la vida de un joven millennial que supo ser protagonista de su propia fe, y dar testimonio de ella.
«Hay que abrirle las puertas a Cristo»
san Juan Pablo II
En una cruz de madera color oro, Carlo Acutis, escribió una frase que describiría toda su vida: “Hay que abrirle las puertas a Cristo”, ciertamente toda su historia es atravesada por esta apertura a Dios; abriéndole las puertas y dejándolo entrar en ella, haciéndolo capaz de cosas verdaderamente grandiosas.
Carlo es un joven más dentro de su familia, de sus amigos y en su colegio, lleno de bondad y compañerismo. A la edad de siete años tiene su primer encuentro con Jesús Eucaristía, desde ese momento sintió cómo Dios había tocado su corazón.

La vida de este beato millennial deja entrever cómo la influencia de Jesús trasforma los modos de ver la realidad, la manera de soportar el dolor y las enfermedades. Trasforma nuestras prioridades. Carlo no dejó nunca de anunciar la buena noticia de Jesús, convirtiéndose de esta manera en el influencer de Dios.
Dentro de sus devociones preferidas se encuentran san Francisco de Asís y San Antonio de Padua. En ellos, el joven Carlo, ve vidas totalmente despojadas de materialismos y descubre en ellos dos columnas de su espiritualidad: la Eucaristía, su autopista al cielo; y la predicación de su fe, por medio de las paginas web que iba creando con este mismo fin.
«No yo, sino Dios»
beato Carlo Acutis
Considerablemente, vemos en Carlo Acutis un verdadero patrono de la misión digital. Porque hunde las raíces de la misión en el encuentro personal con Jesús, dejándolo entrar en su vida; y desde allí, desde Dios mismo sale para realizar obras grandiosas. Hace de su vida una misión entera, desgranando rosarios, yendo a misa, creando y actualizando páginas web. Se despoja de sus bienes para asistir a los más necesitados. Con bondad de corazón y sinceridad, deja huellas de santidad entre sus amigos y seres queridos.


Este presente, post pandemia, es un tiempo que necesita de jóvenes que quieran transformarlo todo. Jóvenes radicales en sus ideales. Jóvenes que sueñen cosas grandes. Jóvenes que se la jueguen por lo que aman. “¡Los jóvenes no son el futuro, son el ahora de Dios!”, dice Francisco, y cuánta verdad tiene nuestro querido Papa. En estos tiempos que corren, nuestro ahora de Dios: el tuyo, el mío; tenemos que dejarnos influenciar por Jesús y, salir al encuentro de tantos hermanos y amigos. Sin callar nada, dándolo todo; como Carlo Acutis, el influencer de Dios.