Celebrar oportunidades

A diciembre solemos despedirlo como «el mes de los balances». Vamos cerrando ciclos, finalizando períodos, también evaluamos metas, y propuestas acordadas. En cambio, a enero lo recibimos como el mes de las páginas en blanco, donde todavía hay mucho por trazar, y nos come la ansiedad por ir rellenando espacios con sueños y proyectos para el año entrante.

Venimos de haber compartido las fiestas de fin de año, asados, reuniones de trabajo, festejos de acción de gracias y otras tantas excusas para reencontrarse y celebrar la vida. Es un verdadero tiempo festivo, donde no faltan oportunidades para regalarnos tiempos gratuitos.

Tiempo de celebrar… tiempo de las nuevas oportunidades

Ahora bien, este nuevo año va dejando de lado todo esto, para ir dando espacio a las planificaciones. Y si a diciembre lo llamamos «el tiempo de celebrar«, a enero le podríamos poner: «el tiempo de las nuevas oportunidades«.  

Este mes es un tiempo nuevo para redescubrir la presencia de Jesús en medio de nosotros. Hay mucho espacio en blanco para ir agendando citas junto a Él. Podemos preguntarnos: ¿cómo iremos caminando bien cerca de Él? ¿Por dónde irá pasando Dios en mi vida durante los meses que se avecinan?…

Dios se hace novedad

Todo se hace nuevo. Se actualiza la presencia, siempre eterna, de un Dios que se hace novedad en la pequeñez de un pesebre. El Niño Dios viene una y otra vez para darnos la oportunidad de recibirlo y dejarlo hacer nuevas todas las cosas. ¡Qué maravilloso don! ¡Cuánta gratuidad!

¡Celebrar y descubrir oportunidades! Un diciembre y un enero. Un Cristo hoy y un Cristo ayer. Lo eterno y la novedad. ¿Nos daremos cuenta de tanta presencia de un Dios que busca y se deja encontrar?

¡Amigos, no perdamos tiempo! Abracemos nuestra vida junto al Dios con nosotros. Demos gracias por tanto don recibido gratuitamente. No dejemos de soñar un nuevo año junto a Él. Ojalá la vida nos descubra siempre bien cerquita suyo.

Que estos días soleados y los calores propios de estos primeros meses, sirvan de provecho para descansar y tomar impulso para arrancar un nuevo tiempo junto al Señor. Agarrados del Rosario, maravillándonos con el Evangelio, siempre nuevo. Quizás también, leyendo la vida de algún Santo preferido. Y, por sobre todo, alimentándonos del Pan Vivo, que se dona por entero.

Hemos caminado un 2021 bien de cerca. Y en esta gran barca que es la Iglesia compartimos un viaje realmente hermoso lleno de historias, de misiones, de arte y mucha oración. ¡Ojo, que esto no termina acá! Todavía hay mucho más que compartir.

Abracemos nuestra vida junto al Dios con nosotros

¡Así que, de la mano de Carlo y de una Iglesia peregrina, una Iglesia siempre nueva, siempre joven; de la mano de esta Iglesia Millennial, nos deseamos un buen comienzo de año y nos esperamos mutuamente al regreso!

¡Nos rezamos!